Bienvenido (jamás había dado la bienvenida tantas veces) a la Sala de Juegos. ¡Estoy muy contento! Esta es una de mis secciones favoritas y la comparto contigo con mucha ilusión. No pretendo ser lo más original del mundo, pero sí me parece que lo que te presento es diferente a los típicos libro-juegos que todos recordamos (en los que moríamos mil y una veces de mil y una formas crueles y/o absurdas).
Aquí no vas a morir, te lo aseguro. Pero sí tendrás que descubrir el secreto que se oculta detrás de este hotel, siendo los ojos y los oídos de nuestro protagonista, el pequeño Esteban. Así, los relatos del Hotel Cero necesitan que participes de una forma u otra. Habrá acertijos complicados y otros más sencillos. Ánimo. Estate atento. Y nos vemos al final del relato.
El increíble Hotel Cero
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Dibujado por Jordi Piera |
Esteban ya se
había acostumbrado a los ruidos nocturnos del hotel, pero aquella noche oía un
zumbido molesto que no le dejaba dormir.
—Abuelo
—llamó—. ¡Abuelo!
Se levantó y fue
al salón. Su abuelo no estaba. Cogió la linterna y se aventuró hasta la
recepción. Subió las escaleras buscando el origen del ruido y cruzó el pasillo
del tercer piso hasta situarse frente a la habitación número treinta y siete.
Esteban golpeó con los nudillos. La
puerta se abrió sola y despacio. Entró sin reparos y vio a una mujer encorvada
sobre el escritorio. Movía mucho las manos, y se fijó en que de allí venía
aquel incesante zumbido.
—Hola, buenas noches. Soy Esteban,
nieto de Paul, el dueño, y ayudante en todos los quehaceres del hotel. En esta intervención hay algo que es falso.
La mujer no respondió. Su melena
negra se mezclaba con la penumbra. Parecía trabajar en el zumbido, provocarlo a
propósito, y eso enfadó un poco al niño.
—Señora, ¿es la primera vez que se
hospeda aquí? Tiene que saber que, aunque no lo parezca, no se puede hacer
ruido por la noche.
La luz se encendió y Esteban oyó
un portazo tras él. Estaba encerrado. La mujer se levantó de la silla y lo miró
desde arriba. Se había vuelto gigante. Él se fijó en su sonrisa tranquila, que
contrastaba con la ferocidad de sus facciones. Aun así, no se preocupó hasta
que vio sus pendientes: dos hombres colgaban de sus orejas, sorprendidos. El
metal del que pendían les succionaba la cabeza como una ventosa y les estiraba
la piel hacia arriba.
Esteban gritó y corrió hacia la
puerta, pero la mujer dio un manotazo a la madera, bloqueándola. Sus uñas eran
rostros de hombres asustados y mareados. Uno de ellos llegó a vomitar.
—Mira por donde, otro macho para
la colección —dijo ella.
Esteban se metió entre
las piernas de la mujer. Sus zapatos eran ancianos con la boca desencajada. El
suelo pasó a estar formado por hombres trajeados que se quejaban con cada
pisotón. La mujer tenía la boca abierta y mostraba unos dientes afilados. Bullía
de rabia y golpeaba el techo.
Moverse para Esteban
fue realmente difícil, pues los espacios y el tamaño de las cosas cambiaban de
improviso. El niño salió volando cuando la mujer le lanzó el escritorio encima.
El mueble quedó volcado y él oculto detrás.
Dejo de oír a la
mujer. En cambio, sí oyó el zumbido. Esteban abrió los ojos y descubrió que
había empequeñecido. Apartó un sacapuntas y entonces lo vio. Era un bolígrafo. No.
Era su abuelo convertido en bolígrafo. El zumbido era su grito, y gritaba porque
se había roto y la tinta le salía a chorretones.
—¡Abuelo! Abuelo, ¿qué
te ha pasado?
—¡Esteban! Escúchame.
¡Es un súcubo! Estamos en su sueño y debes despertar.
—¿Cómo?
—Tienes que dejar que
te trague. Tú eres el único que puede sacarnos de aquí, porque… Mejor te lo
explico cuando seas mayor.
Esteban se quedó
quieto. La tinta de su abuelo le manchaba los pies.
—No puedes hablar en
serio.
—Esteban, me está
drenando la energía mientras hablamos y necesito que confíes en mí.
—¿Cómo sé que no
formas parte del sueño y me estás engañando?
Su abuelo Paul lo miró
a los ojos.
—Nunca cierres la
puerta de tu habitación —dijo. Apocalipsis 12:9
Esteban salió de su
escondite y vio a la mujer colgando del techo. Su negra melena caía sucia hasta
el suelo, y poco a poco todo volvió a su tamaño normal.
—Mira por donde, otro
macho para la colección —repitió el súcubo.
La mujer abrió la boca
inundando con ella toda la habitación. Sus dientes eran hombres clavados en las
encías. Él se adentró en la oscuridad de su garganta. Escuchó un grito
desgarrador y luego la nada más profunda.
Despertaron en el
salón frente al ventilador encendido. Paul lo abrazó con fuerza.
—Gracias, chico. Lo has
vuelto a hacer.
—¿Cómo se te ha colado
un súcubo, abuelo? —preguntó sin ceremonia.
El anciano suspiró.
—Parece que tenía
mucho poder sobre el espacio, creo yo. Habrá que revisar las grietas de los
muros.
—¿Los del edificio?
—Más o menos —contestó
Paul cogiendo su caja de herramientas—. Vamos, chico, me parece que ya hemos
tenido demasiados sueños por hoy. Lo mejor será que trabajemos hasta el alba.
Pero le falló la pierna al primer paso y cayó de
rodillas. Resollaba con fuerza y sudaba más de lo normal.
—Pues a mí me parece que dormir es justo lo que
necesitas.
Tumbó a su abuelo al lado del
ventilador y cogió la caja de herramientas. Cuando salió por la puerta hacia la
recepción, Esteban volvió a escuchar todos los ruidos extraños que
acostumbraban a poblar el hotel por la noche. Aquello le hizo sonreír tranquilo.
¿Por qué él es el único que puede? ¿Por qué tiene que dejarse tragar?
Vamos a comenzar de una forma relativamente sencilla. El objetivo del juego es descubrir las pistas que te llevarán hasta la verdad final detrás de lo que ocurre en este lugar tan extraño, disfrutando siempre de las aventuras de Esteban y las criaturas que se hospedan en el Hotel Cero, como te he dicho.
Hoy, ocultas en el texto hay dos pistas. La manera de descubrirlas tiene mucho que ver con las imágenes que acompañan al relato. Y también con la manera de leer los títulos de las entradas de este blog. (Quizá necesitéis jugar un poco con el ratón (risa malvada)).
Además, quien conteste bien a las preguntas del final del relato recibirá en su correo una tercera pista que le servirá para seguir indagando en el siguiente relato del increíble Hotel Cero, que saldrá en aproximadamente dos semanas.
Para contestar a las preguntas escribe un correo utilizando el Buzón de sugerencias (puedes clicar en este enlace para no tener que buscarlo).
Y eso es todo por ahora, lector. Te espero en la siguiente entrega del increíble Hotel Cero.
¡Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo!
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