Comentario de Tiempo de matar.


Comentamos Tiempo de matar, de Víctor Blanco, publicada por la editorial Ronin Literario. Una editorial que apuesta fuerte por las series literarias y las historias de género. 

Las bibliotecas son un lugar con un objetivo muy concreto: guardar, proteger y recomendar obras, sobre todo literarias, para el disfrute de cualquier persona. Así que, siguiendo esta premisa, he decidido dar un espacio mensual en Biblioteca-T a todas aquellas historias que, por su temática o su formato, sean afines al blog. Se trata de un comentario libre sobre aquellos aspectos más interesantes que ofrece, tanto positivos como negativos, a medio camino entre la reseña y la crítica.

La primera obra que comentaré como bibliotecario es Tiempo de matar, de Víctor Blanco. La primera entrega es gratuita, como ocurre con todas las series de Ronin Literario. Pero las otras tres entregas salen más baratas que tomarse un café. Aquí os dejo el enlace para que le echéis un vistazo.


Podéis leer este comentario tanto si habéis leído la serie como si no. No destripo nada que pueda afectar negativamente a quien aún no la ha leído.

Todos los comentarios seguirán el mismo índice, salvo excepciones sujetas a cada obra en particular. Y, sin más, empezamos.

1. Presentación

Fáelán, obligado a dejar su hogar, ahora es perseguido por los que una vez fueron sus hermanos de armas. Vaga sin rumbo por tierras duras y peligrosas, enfrentándose a todos los peligros que le salen al paso: águilas gigantes, brujas, guerreros nómadas… ¿Cómo sigue con vida? Ni siquiera él lo sabe. Pero tiene clara una cosa: el único honor en la batalla es sobrevivir a ella.

2. La trama

He decidido ubicar este punto al principio porque me permite situaros en la historia. Voy a comentar cuatro aspectos que me parecen los más importantes cuando hablamos de una trama: el interés real que tiene, las herramientas de las que se vale para enganchar al lector, la originalidad de la misma (o el buen tratamiento de la no originalidad) y el ritmo.

Me arriesgo a decir sin tapujos que el interés real que tiene la trama de Tiempo de matar es su protagonista: Fáelán MacCuill, antiguo Tuatha dé Danann. No podría ser menos, pues la historia trata de él yendo de un lugar a otro, en plan road movie, y de lo que le sucede por el camino. El único elemento constante es Fáelán, así que, que el interés principal recaiga en él es un acierto.

El lector queda prendado de las situaciones en las que se ve inmerso, por lo que se pregunta una y otra vez qué va a suceder a continuación. Esa intriga llama la atención y engancha, al igual que el misterio que envuelve a los nómadas.

Al tratarse de una serie literaria, las herramientas que debe utilizar para ganarse al lector son otras. En este caso, Víctor Blanco nos ofrece una composición de lugar muy bien planteada desde el inicio (y eso que comienza con una batalla), para que tengamos claro qué podemos encontrar en la primera y en las siguientes entregas.

Los cambios constantes en la trama, siguiendo el modelo de la Odisea de Homero o las novelas de caballerías, cambiar la focalización a otros personajes (aunque, como digo, el interés real esté en el protagonista) y los cliffhangers* son la caja de herramientas que utiliza el autor en Tiempo de matar.

En cuanto al ritmo, vemos que el tiempo pasa rápidamente gracias a descripciones cortas, efímeras, que no cargan la lectura, y esto es de agradecer. Al ser una serie, el ritmo debe ser diferente, y esto se consigue haciendo que el paso del tiempo esté supeditado a la trama, sin detalles excesivos, y no al contrario. Además, los picos de acción y de intriga están muy bien situados a lo largo de la línea argumental, de manera que en la tercera entrega tenemos varias escenas que sirven de pausa antes del clímax.

3. Los personajes

Analizaré si los personajes son creíbles, coherentes y verosímiles. De entrada, puedo decir que Víctor Blanco crea personajes definidos con pocas pinceladas. Todos se diferencian entre sí con elementos corporales (una cresta, el tamaño, el color del pelo), pero no son caricaturas de estereotipos, aunque sí utilice estos modelos para que el lector acabe de darles forma con su imaginación. Lo único es que debes aprenderte sus nombres para saber identificarlos al 100%. Así que atentos.

Debo decir, antes de meterme de lleno a comentar algunos personajes, que ninguno es malvado. Todos, protagonistas y antagonistas, actúan de ese modo por una razón bien justificada y comprensible. Como veremos después, el lector puede identificarse con cualquiera.

Fáelán es un necio pelirrojo. No tiene reparos en matar, aunque parece que no es algo que le agrade del todo. «Alto, pelirrojo, con una crecida barba y una capa ajada que no eran sino la señal de que llevaba mucho tiempo sin hogar» (página 4, 1ª parte). El autor deja claro que no sobrevive por ser el protagonista, como ocurre en muchas otras historias. En cualquier momento puede acabar muy mal.

Siguiendo ahora con dos personajes femeninos, diré que Badb, la bruja, me ha descolocado. Siempre aparece cuando algo va mal para ponerlo peor; es como un catalizador o un potenciador, pero sin mucho contexto. Es un elemento que sobrevuela la trama, pero no llega a meterse nunca del todo y, al final, no vuelve a aparecer, sin más. No quiero decir que sea un elemento negativo de la trama, sino que, simplemente, las consecuencias que provoca como personaje podrían haber sido ocasionadas por elementos que ya estaban en la misma.

Por último, debo decir, sintiéndolo mucho, que el personaje de Dolkya, una joven embarazada, tiene una introducción bastante forzada y poco creíble. Nos hemos perdido algunas escenas entre el protagonista y ella para entender del todo las palabras y las acciones de uno hacia el otro. «Él la dejó hacer. No sabía por qué, pero la habría dejado hacer cualquier cosa con él» (página 14, 3ª parte). La extensión de una serie es la que es, pero la comparativa con la anterior mujer de Fáelán no es suficiente para que aceptemos este bache.

4. La redacción

Uno de los aspectos que más importancia tiene, en lo que se fijan la mayoría de los lectores, ya sea de forma consciente o inconsciente, es en si está bien redactado. ¿Está bien redactado Tiempo de matar? Sí, mucho. ¿Nos vamos a quedar solo con esto y vamos a seguir adelante? No, para nada.

Porque además de estar bien redactado, el estilo se adapta al género que está tratando. Nos acompañan frases cortas, sin metáforas cargadas ni extensas descripciones. Hay claridad en los conceptos que presenta, por muy desconocidos (la historia anterior de Fáelán) o extraños (el misterio que envuelve a los nómadas) que sean. Como digo, hay pulcritud en sus descripciones y en el uso de adjetivos. Víctor Blanco se preocupa porque el lector sepa en todo momento dónde está y qué está pasando. Por ejemplo, en los duelos contra sus antiguos hermanos de armas: «Se hizo a un lado Bryan, contraatacando con su espada con un movimiento de dentro hacia afuera» (página 2, 4ª parte).

Otro ejemplo de claridad: «Quedaban quince de ellos, además de Uteimán. El resto eran autóctonos, seis incluyendo a Ruarc» (página 13, 4ª parte).

Un aspecto de la redacción que no he sabido clasificar como positivo o como negativo es el uso repetido y abundante de infinitivos: «La autocompasión era uno de los pocos padecimientos que los dos salteadores podían elegir no soportar. Así que dejaron de prestar atención al extranjero y empezaron a cavilar cómo salir de tan precaria situación» (página 14, 1ª parte).

Algo que, en mi opinión personal, sí valoro como negativo, es que las oraciones de transición entre dos párrafos son muy genéricas; por ejemplo, entre el momento previo al ataque y el ataque en sí: «Tres pares de ojos dejaron escapar reveladoras miradas» (página 11, 1ª parte). Esto está bien para seguir con la claridad del estilo del discurso, pero queda un poco fuera de lugar. Sin embargo, aparecen en muy contadas ocasiones, así que no hay mayor problema.

Debido a todas las características que he comentado sobre la redacción, se consigue una fluidez que le viene como anillo al dedo a una historia de este género y calibre.

Pero no puedo terminar este punto sin elogiar el vocabulario utilizado. Una redacción es buena cuando te enseña palabras sin que por ello pierdas el hilo de lo que te están contando. A continuación, listo palabras que aparecen y que quizá no conozcas:

-Faca: «Cuchillo corvo».
-Tahalí: «Tira […] que cruza desde el hombro [...] hasta la cintura, donde se juntan los dos cabos y se pone la espada».

-Quitina: «[…] Se encuentra en el dermatoesqueleto de los artrópodos, al cual da su dureza especial […]».

-Glauco: «Verde claro».

-Impiedad: «1. f. Falta de piedad, compasión o virtud. 2. f. Falta de religión. 3. f. Desprecio u hostilidad a la religión. 4. f. Acción o expresión impía».
-Y mi favorita; bardaje: «Sodomita pasivo».

Además de enseñarnos el repugnante funcionamiento de una curtiduría.

5. Experiencia lectora

Ahora vamos a hablar de la experiencia lectora. Comentaremos la implicación emocional del lector, lo que aprendemos como lectores y también como escritores gracias a esta serie y lo que podemos plantearnos tras su lectura.

Existe implicación emocional del lector, sobre todo y casi en exclusiva, con el protagonista. No le desea mal a nadie, pero todos le molestan por intentar o por querer ser él mismo; alguien libre, con las ideas claras. Como ya he dicho antes, todos los personajes tienen sus razones para actuar como actúan, pero creo que el relato está construido para que comulgues con Fáelán, y esto está conseguido.

Al ser por entregas, se abre una nueva experiencia lectora. Existen los cliffhangers*, que no tienen el mismo efecto al final de un capítulo, donde simplemente pasas la página, que al final de una entrega, teniendo que esperar una semana o, si la empiezas tarde y tienes entregas acumuladas, a que quieras mover tu culo del sofá para pagar la calderilla que valen (repito, es que ni un café). Esto es algo novedoso en el siglo XXI, pero ya se hacía en las revistas y folletines, con autores renombrados tipo Benito Pérez Galdós.

¿Qué aprendo como lector?

Que leer detalles grotescos, aunque cotidianos (vómitos, cadáveres, etcétera) no tiene por qué estar vinculado a lo morboso o lo repelente, que lo único que quiere es conseguir más clientes, sino, simplemente, que a veces son un elemento más en el desarrollo de la trama. Un elemento necesario. El tabú o la censura pueden llegar a dejar incompleta, coja, una historia. «Aquella húmeda calentura corriendo por su muslo era el tacto mismo del alivio, de la vida» (si se ha meado encima es porque se ha asustado, y ya está, no hay más) (página 2, 2ª parte).

¿Qué aprendo como escritor?

Sin ninguna duda, a escribir escenas de acción. También, al tratarse de una serie literaria con extensión limitada, podemos tomar ejemplo y practicar el no irse por las ramas. «Se resolvió en cuatro escenas: su camarada sacando la lanza de la alforja, la espada negra del extranjero liberando la sangre del caballo al cortarle la cabeza, bestia y hombre desplomándose en posición horizontal, y el golpe de gracia» (página 26, 2ª parte). Y ya está, señores, no tiene por qué haber más. Claro y conciso.

¿Y qué me ha planteado?

A mí, personalmente, me ha recordado a la figura de la mujer en las novelas clásicas o de caballerías. Sí, los personajes femeninos me han retrotraído a la época donde las mujeres solo servían para ser objeto de amor o recipientes de un gran poder mágico. Esto no es un punto negativo, sino una idea que puede surgir al leer Tiempo de matar y que, si somos curiosos, podemos ampliar para aprender con las lecturas que hacemos. Que no hay que quedarse solo con el qué bien me lo he pasado, oigan.

6. Conexión con la realidad

Tiempo de matar ocurre mucho antes de que nuestras civilizaciones siquiera pensaran existir. Se dejan atrás las armas de cobre y se empieza a trabajar el bronce, por lo que podríamos situar la acción entre el año 3.000 y el año 4.000 antes de Cristo.

«Guiados por su propia forma de ver las cosas, los antiguos clasificaron las edades del hombre por metales, como si quisieran conferir a cada tiempo una textura, un tono, un valor. Esta historia transcurre durante la última época en la que las viejas razas coexistieron con el hombre» (página 4, 1ª parte). Así empieza Tiempo de matar.  

Es una premisa que recuerda a Conan el Bárbaro, que vivía doce mil años antes de Cristo y que se batía con toda clase de pueblos y criaturas.

«Se adentraba en el continente, un lugar que mucho más tarde sería llamado Europa» (página 4, 1ª parte).

7. Objetivo

Tiempo de matar cumple el objetivo que se propone. Entretiene al mismo tiempo que ofrece una historia de género sin pudor alguno, dispuesta a capitanear al resto de historias de espada y sangre hasta lo más alto. Se esperan batallas y se muestran batallas, una trama sólida y un personaje memorable, sin olvidar ese puntito de humor negro que tanto gusta

«Impactó en el cráneo de su contrincante cuando este, pese a lo desgarrador de su herida, todavía intentaba incorporarse. […] Mac Cuill intentaba desclavar a Fial Draodín (su espada) de aquel cuerpo exánime.
—No, en serio —se dirigió Fáelán a los lugareños—. Que alguien me ayude» (página 25, 3ª parte).

8. Molonidad

¿Tiempo de matar mola? Sí, mola mucho. ¿Que por qué? Bueno, la actitud del protagonista es de un badass de no te menees, y eso mola. Los osos molan, y ahí lo dejo. La falta de pudor, con nidos llenos de desperdicios («Había aterrizado sobre una alfombra de cadáveres» (página 27, 1ª parte)), sodomización, curtiduría (en serio, buscadlo), y una reina desnuda que domina a todo quisqui, mola. Y los duelos entre guerreros, además, bien escritos, molan. 


 ¿Qué más puedo decir de Tiempo de matar?

Que, si todavía no te he convencido, aquí te dejo el enlace a la primera entrega. Recuerda: gratuita. Sí, gratis de gratis

Espero que te haya gustado esta idea de comentar series literarias y demás obras que se acerquen a la temática del blog. Si se te ocurre alguna otra que pueda comentar, no tienes más que decírmelo en los comentarios o enviarme un correo a través del buzón.

Nos vemos el lunes, querido loco de las letras.

¡Nos leemos!

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*Un cliffhanger es un artificio narrativo mediante el cual la escena al final del capítulo de una obra de ficción genera el suspense necesario para hacer que el lector se interese en conocer el resultado o desarrollo de dicha escena en la siguiente entrega.














2 comentarios:

  1. Honrado de ser el primero de esta, nuestra biblioteca. Muchísimas gracias por este exhaustivo análisis de mi pequeña novela ^_^ Y por muchos análisis más.

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  2. Muchas gracias a ti, Víctor, primero por escribir Tiempo de matar, y segundo por dejarme comentarla.
    ¡Nos leemos, maestro!

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