Ane en el jardín: «Veinticinco»


Ane, nuestra querida poeta, vuelve para regalarnos uno de sus poemas más largos y personales, con una cadencia exquisita que invita a leerlo en voz alta. Si tienes curiosidad...

«Veinticinco»


A veinticinco de noviembre
despertó en mí una balada,
y el dulce frío de la noche
en latencia escarchada
descorchó el último beso
del temor de la mañana.

Alzando el globo, alto, al cielo
con la mirada nublada
ríos en pecho y rostro, pero
la mente maravillada.
«¡Qué hacéis ahí, estrellas,
que todas veláis mi alma!».

Me dijeron las estrellas,
porque ellas todas hablan,
que soy árbol en marea,
que soy solo hoja morada,
que en mis grillos y en mis venas
viven las desesperadas
ansias de alas en los peces
y en los pájaros el habla.

«Estamos para ti, niña,
que tu luz se nos apaga.
Estás rota sin quererlo
y como siempre, tú escapas».
Ahí sus voces descubrieron
la unidad desfigurada.

Orión, tú a la derecha.
Nuestra Osa, tan centrada.
Mi querida Casiopea
esperaba allí sentada
y al calor de sus destellos
yo os juro que llegaba.

«¿Qué?» gritó sola mi soledad.
«¿Qué me trae si es que no debo,
a carne viva y vida en palma,
si vuelvo acebo el robledal?».
«¡Soy más!» siguió mi hada,
«yo soy más que todo esto,
más que miedos o defectos,
más que flor en piel o nada».

«¿Y si no soy de esta tierra?
¿Y si me esperan en casa?».
Abierta mi jaula entera
volaron todas mis alas.
«Estoy cansada de ser canica
bajo cama despechada.
Me aterra sentirme sola».
Y mi soledad me abrazaba.

El silencio tiritó entre dientes,
esperaron, blancos, los ojos,
y en mi deseo de ser eterna,
quedé humana entre matojos.
«Es verdad que vivo rota,
que mi luz se va, yo solo…».

Anhelaba estar entera
ser destello bajo el manto.
Fue allí, en mi pecera
donde descubrí el canto.
¡Ah, balada traicionera!
Tus verdades, mis apaños.

«Yo solo quiero que me quieran,
quiero quererme ante todo,
quiero amar mi cielo y tierra,
descubrirme, mi tesoro.
Quiero mi sitio en este mundo
sin ser poeta encarcelada,
quiero aceptar mi gran vacío
y acercar más a mi hada».

A veinticinco de noviembre
con mis pies flotando en seco,
se hizo herida una nana.
«Rota te queremos, niña,
porque, rota, tú nos amas».

Fin

Espero que este poema os haya gustado tanto como a mí. A mí, por mi parte, solo me queda anunciaros que esta semana inauguramos la tan esperada sección de entrevistas.

Un fuerte abrazo a todos, queridos bibliófilos, y...

¡Nos leemos!

3 comentarios:

  1. ¡Me encanta! El contenido es precioso. El ritmo fluye como la música. Os lo dice un músico.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias por leerme! Me alegra mucho que te haya llegado. Tu comentario ha sido un regalo.

      Eliminar
    2. Ane (RedWolf) cada día se supera, está comprobado.

      Eliminar