Entrevista a Concepción Perea, autora de la novela La Corte de los espejos y de la serie El misterio de la Caja Bethel, en la que nos adentramos para ofreceros estas preguntas y respuestas de manera ficcionada. Atentos también a la pronta publicación de la segunda parte de su novela: La última primavera.
Si no sabéis quién es Concha ni conocéis El misterio de la Caja Bethel, mejor será que ella misma os cuente de qué va todo esto a continuación. Sin embargo, también podéis echar un vistazo a estos enlaces con sus redes sociales y su libro.
Y aquí tenéis un enlace a su escuela, Factoría de autores.
Si queréis conseguir su serie literaria, podéis hacerlo en el siguiente enlace:
Pero antes de dar paso a la entrevista, quisiera agradecer a la autora por haber puesto tanto corazón y tanto empeño en las respuestas. Ha sido un placer.
Y ahora sí que sí, ¡adelante con la entrevista!
Una ardilla correteaba nerviosa por las tejas del
edificio. Olisqueaba a cada paso y de tanto en tanto se erguía, con las orejas
en punta, para otear el cielo urbano de Barcelona. Sin embargo, esta vez, yo
llegaba puntual. Me había preparado a conciencia las preguntas e incluso había
elegido también una forma animal.
Caminar a cuatro patas era más complicado de lo
que parecía. Si te dejabas llevar, todo era un juego de caderas. Pero no tenía
ningún arte al respecto. Fuera de ser sigiloso, tropecé a pocos metros de ella.
—¿Blas? ¿Eres un gato naranja? —dijo Concha.
Me lamí la pata que me había torcido.
—¿No te gusta? —pregunté.
—Hombre, como humana, sí, como roedora… ¿Y a qué
viene ese sombrero lleno de engranajes? Llama demasiado la atención. ¿Acaso
eres un gato de circo?
Enarqué una ceja, indignado.
—Es un sombrero stimpunk. Soy un gato stimpunk.
La serie está ambientada en una Barcelona de ese estilo, ¿no? Pues eso.
—Es con «ea». Steampunk —me corrigió.
—¿Cómo?
—Mira, déjalo. Mejor empecemos con las preguntas.
No creo que tarden mucho en aparecer los personajes.
—Está bien. —Saqué un cuaderno del sombrero y lo
abrí como pude—. Tendría que haber elegido un animal con manos —dije.
—Venga, dispara —exclamó Concha haciendo el gesto
del arma con sus dedos.
La miré mal.
—Está bien. ¿Quién
es Concepción Perea? ¿Qué ha escrito?
La ardilla se rascó la cabecita un momento antes
de contestar.
—Cada vez que me hacen esa pregunta me dan ganas
de contestar que no lo sé. Es una pregunta muy difícil. A ver, soy una
profesora de narrativa que trabaja en Factoría de Autores, me encanta escribir
historias y ayudar a otros a que las escriban. He escrito La Corte de los Espejos y su segunda parte La Última Primavera, que saldrá en breve con el sello Runas de
Alianza Editorial. También tengo El
misterio de la Caja Bethel en versión digital, que es donde nos
encontramos, y coordiné la antología fantástica Cuentos desde el Otro Lado, donde hay relatos de algunos de los
mejores autores de fantasía de nuestro país.
—¿Y qué
estudiaste? ¿Cómo eras de estudiante?
—Estudié
humanidades, en mis años de instituto era un desastre, no fui para nada una
buena estudiante, pero cuando llegué a la universidad y pude estudiar lo que de
verdad me gustaba la cosa cambió bastante.
—¿Y de qué
has trabajado?
—Pues un poco de todo, he sido profesora
particular, teleoperadora y guía turística hasta que hice el máster de creación
literaria y empecé a dar clases de narrativa.
—Vaya, qué envidia —dije—. Me encanta el mundo de
la docencia.
Intenté rascarme los bigotes con la lengua, pero
al final tuve que hacerlo con la pata.
—¿Continuamos? —Concha daba pataditas al tejado
con su pierna de ardilla.
—Sí, sí. ¿Cuál
es tu relación con el rol? ¿Cuáles son tus juegos favoritos actualmente?
—Pues mira, siempre me ha gustado jugar al rol, es
la forma más interactiva de contar una historia que conozco. No me gustaría
dejar de hacerlo nunca. Mis juegos favoritos son Aquelarre, Changeling, La llamada
de Cthulhu y Kult, aunque ahora estoy probando otros como Reflejo, Omertá y
Devious, que están escritos por españoles y son maravillosos.
—La verdad es que ahora que me estoy metiendo en
el mundillo de los juegos de mesa sí es verdad que hay mucha producción
española de calidad. Pero, cuéntanos, ¿por
qué escribes? ¿Qué te impulsó a ello?
—Escribo desde que era muy pequeña, se me ocurrían
historias y me parecía que escribirlas era lo que había que hacer. Para mí era
algo totalmente normal, tenía cuadernos con cuentos, historias largas y mis
propios guiones para comics de X-Men, que serían lo más parecido al fanfic que
había en mi época. Supongo que pasé de ser una lectora adicta a una escritora
aficionada sin darme cuenta.
—¿Y cómo y
cuándo empezaste a escribir? ¿Cuándo decidiste hacerlo profesionalmente?
—Realmente lo mío es un caso raro, yo no tenía muy
claro si quería ser escritora profesional. Las cosas llegaron de improviso, una
agencia literaria me propuso representarme y dije que sí. Pero hasta que vi el
libro publicado nunca llegué a creerme que me convertiría en escritora.
—Parece una historia tipo cuento de hadas. Me
encanta.
—¡Ahí están! —gritó Concha. Rápidamente se asomó
al borde del edificio. La seguí y guardé el cuaderno en el sombrero. El
protagonista, Félix, y una joven bajaban del tranvía. Caminaron de
la mano y nosotros los seguimos desde las alturas.
—¿Te gusta verlo desde dentro? —pregunté.
—¿Estás listo para correr? —fue toda su respuesta.
—¿Cómo dices? —Me asomé a la cornisa y vi cómo
Felix se ataba un zapato mientras su compañera se apoyaba en una tapia. Dos
hombres los cercaban—. Mierda, es ese momento, ¿verdad?
Concha saltó y aplaudió.
—¡Sí!
Se oyeron gritos y golpes y Concha empezó a correr
por los tejados como alma que lleva la euforia del escritor. Corrí tras ella
intentando que no se me cayera el maldito sombrero, con cuidado de no tropezar
con esas estúpidas patas. Por qué no había elegido ser un pájaro.
Concha saltaba riendo de tejado en tejado,
haciendo equilibrios por los canalones y atravesando los humos y los vapores
propios de la ciudad. Perseguía a sus protagonistas en la carrera para no perderlos
de vista. La acción de su serie estaba pasando frente a sus ojos en ese momento y
no había quien la parara.
—¡Es allí! —dijo.
Yo estaba a punto de vomitar una asquerosa bola de
pelo.
—¿Dónde?
—¡Aquí!
De pronto desapareció. Atontado por el cansancio,
seguí adelante hasta caer al vacío. Cuando el mundo dejó de dar vueltas y pude
sostenerme, vi a Concha señalando hacia la calle.
—Subirá por aquí. Escondámonos —dijo.
La seguí hasta una chimenea y nos escondimos tras
ella.
—Aún queda un rato. Puedes seguir preguntándome.
Con la respiración a mil por hora y tumbado boca
arriba, saqué la libreta del sombrero y continué con la entrevista.
—Esta es importante —dije—. Para todo aquel que quiere escribir, publicar, crear un proyecto, vivir
de la literatura, etc., me encantaría que respondieras a: ¿qué errores
cometiste hasta llegar a tu situación actual? ¿Qué consecuencias tuvieron?
¿Arrastras alguna?
—Mi gran error ha sido no ser más disciplinada a
la hora de escribir y no darle prioridad a la escritura, he tenido que darme
cuenta de que no era un hobby y empezar a tomármelo como algo verdaderamente
profesional, ha sido duro porque durante un tiempo pensé que eso mataba el
placer de escribir por gusto. —Se asomó un momento y luego volvió a mirarme—.
Luego me di cuenta de que mientras escriba lo que quiera siempre será un
placer, aunque ahora lo haga de un modo más estructurado.
—¿Y has
tenido formación como escritor, corrector, editor, etc.?
—Como
ya te he dicho, hice un máster de creación literaria y ahora me gustaría hacer
un doctorado. —Se oyeron unos ruidos provenientes del piso de abajo—. Rápido,
ya vienen.
Pasé varias páginas a toda velocidad.
—Ehhh… Vale. Dime
tres éxitos en tu carrera.
—Fácil.
La Corte de los Espejos, La Última Primavera y esta, El Misterio de la Caja Bethel.
—Tres
fracasos.
—No escribir antes La Última Primavera, haber dividido un libro en dos partes (nunca
más) y ser tan lenta escribiendo.
—Créeme, te entiendo perfectamente —dije.
—¡Ahí está! ¡Silencio! —susurró Concha.
En el tejado apareció una chica. Pronto se oyó la
voz de Felix, el protagonista. Y un disparo. Más tarde, cuando todo volvía a
estar desierto, una señorita bastante alta y vestida de hombre con unos
llamativos pantalones bombachos rojos, pistola en mano, hizo el camino
contrario y desapareció por la fachada del edificio.
Antes de que pudiéramos decir nada, como en una de
esas películas cómicas, volvió a aparecer la chica, que seguía a la mujer alta.
Solo que esta vez la acompañaba un mono. «Menuda imaginación tiene Concha»,
pensé mirando a aquella ardilla.
El mono se quedó quieto y, tras un titubeo, giró
la cabeza hacia nosotros y nos observó por un momento. Ambos nos asustamos, no
queríamos interferir en la historia. Sin embargo, el mono siguió caminando
hasta el borde del edificio y, tras darnos un último vistazo, desapareció
también.
¿Acaso aquel animal había intuido quiénes éramos?
—Qué susto, por Dios. Creí que nos habían
descubierto —dijo Concha con una sonrisa—. ¿Dónde vamos ahora?
—No podemos alejarnos mucho de los escenarios ni
de los sucesos de la obra, pero lo mejor será que continuemos con las preguntas
en un lugar más tranquilo —dije.
—No creo que exista ningún lugar tranquilo en esta
historia. Pero podemos colarnos en casa del protagonista.
Pasamos el día en nuestra forma humana por las
calles de Barcelona. Me encantó tomar algo en el café-expres, una especie de
vagoneta con una barra de bar portátil que te paseaba por la ciudad. Cenamos y,
pasado un tiempo prudencial, volvimos a nuestra forma animal y nos colamos en
la casa de Felix. Concha conocía la disposición de la vivienda y sabía cuál
era el mejor lugar para descansar sin ser descubiertos.
—Tranquilo, están demasiado ocupados para venir
aquí.
—Lo sé. ¿Seguimos, pues?
—Adelante.
—Me
gustaría que habláramos un poco de tu día a día: ¿cuántas horas diarias o
semanales le dedicas a escribir? ¿Y a la empresa?
—Soy profesora de narrativa y eso ocupa mucho
tiempo porque me gusta dedicarle a mis alumnos toda la atención posible, no
escribo a diario aunque me gustaría, aprovecho sobre todo los fines de semana y
las tardes que no trabajo.
—¿Tienes
algún hábito de escritura?
—Escribo siempre con música, no me imagino
escribiendo en silencio. Además, un día estoy escuchando heavy y al otro música
clásica y al día siguiente jazz, tengo unos gustos musicales muy eclécticos.
—¿Y algún
hábito no literario?
—Mi
hábito no literario es pasear a mi perra, me encanta. Es un modo de desconectar
de todo.
—¿Qué
género te gusta escribir más (y cuál menos) y por qué?
Lo que más me gusta escribir es el género
fantástico, imagino que me costaría escribir género romántico, pero la verdad
es que nunca lo he intentado.
—¿Cuál es
tu mayor problema a la hora de escribir? ¿Cómo lo resuelves?
—Mi mayor problema es que tengo TDAH y me cuesta
mucho concentrarme durante periodos largos, lo suelo solucionar escuchando
música y dándome descansos cortos de vez en cuando.
—¿Me puedes
explicar un poco tu proceso de escritura, por favor?
—Y sin
favor —dijo. Se ajustó las gafas y
se levantó a por uno de los libros de la estantería de Felix. Su pelo rojo
brillaba con la luz de la habitación—. Mi proceso empieza con una idea y un
cuaderno. —Dio dos toquecitos al libro con el dedo y lo dejó sobre la mesa—.
Básicamente empiezo a desarrollar un primer esbozo en una libreta que se
emborrona muy fácilmente y que luego tengo que descifrar porque, a veces, con
el fragor de la creatividad ni yo me entiendo, pero una vez tengo desarrollado
este primer bloque de notas puedo empezar a planificar de verdad, trabajando
con las líneas temporales y los personajes.
Sonreí.
—Dime
algunos consejos para los que quieren escribir, publicar y/o vivir de la
literatura.
—Vivir de la escritura es muy, muy difícil, no
dejes tu trabajo para escribir, busca alguno que te deje horas para hacerlo. No
serás un buen escritor si no eres un lector asiduo. Busca buenos lectores cero
que lean tus manuscritos y te den consejos útiles, huye de la crítica
destructiva pero no te cierres a escuchar a tus lectores, incluso cuando no te
gusta lo que te digan. Fórmate, busca talleres de escritura, ve a conferencias,
lee artículos. Escribir es algo que se puede aprender a hacer y que siempre se
debe aspirar a mejorar. No te rindas.
La habitación quedó en silencio unos instantes.
Asentí y volví a mi libreta.
—Ventajas y
desventajas de la fantasía adulta y el steampunk.
—Para mí la ventaja es que la fantasía para
adultos es exigente y te ofrece retos creativos que la narrativa realista no
tiene. Lo malo del steampunk es que se estancó muy rápido y todos acabamos
trabajando con un género muy limitado, lleno de clichés. Te daba la sensación
de estar leyendo siempre lo mismo. Necesita regeneración y menos etiquetas.
—Eso es lo que tú has intentado con esta serie, me
imagino. Pero ahora, si te parece, vamos a hablar de la novela por la que todos
te conocen. La corte de los espejos.
—Esa me la sé. Puedes preguntar lo que quieras.
—Rio.
—De acuerdo. ¿Por
qué un prólogo tan largo?
—Porque era una escritora novel que escribía un
blog para sus amigos, no una novela.
—¿Por qué falta un glosario
de criaturas o un mapa en tu novela?
—La editorial no los pidió y yo no pensé que fuese tan importante. Pero
la segunda parte, La última primavera,
¡sí tiene mapa!
—¿Por qué tu protagonista
se llama Nicasia?
—Nicasia significa en griego «la que triunfa» y me
encanta. Además, era el nombre de mi profesora de 1º y 2º de EGB, una mujer
maravillosa.
—¿Qué
nos puedes contar de tus obras que no son La
corte de los espejos?
—Que las estoy escribiendo ahora —dijo
abriendo los brazos—, tenía ganas de escribir algo más oscuro que rindiese
homenaje a mi pasión por la literatura gótica. Espero ser capaz de lograrlo.
—Seguro que sí —dije—. Y hablando
ahora de esta serie literaria en la que estamos, háblanos un poco de tu experiencia publicando este Misterio de la Caja Bethel.
—Fue divertido y algo estresante. Yo la habría
hecho más larga, fue un experimento que quiso probar Fantascy y me encantó
formar parte de él.
—¿Conoces otras series
literarias?
—La verdad es que es un campo que
tengo por explorar, pero creo que una literatura por entregas podría ser un
modo genial de enganchar a los lectores. Como digo, es un campo por explorar.
—¿Qué diferencia hay entre escribir una
serie y una novela tan extensa como La
Corte de los espejos?
—La ventaja y la desventaja son la misma: la
rapidez. Hay que escribir rápido y eso es bueno porque te obligas a tener
disciplina de trabajo, pero a veces no te da tiempo a pensar en los detalles de
las tramas tanto como se debería.
—Bueno, Concha. Ahora solo me queda preguntarte
sobre tu faceta como profesora.
—¿Ya? ¿No nos vamos a volver a transformar en
animales? Ah, no, no, no.
Dicho y hecho, se transformó otra vez en ardilla y
salió por la ventana.
Puse los ojos en blanco. Era cierto lo de que es
un puro nervio. Me transformé en gato, guardé la libreta en el sombrero y corrí
tras ella.
—Pero, ¿dónde vamos? —pregunté ya en la calle.
—Ajusta un poco el tiempo de la historia,
¿quieres? Vamos a la traca final.
Recordé el desenlace de la historia y me quedé
pálido. ¿Quería meterse ahí?
—¡No! ¡Ni hablar!
Al día siguiente estábamos en el cementerio.
—¿Ya estás contenta?
—Sí —contestó ella con una sonrisa.
Volvíamos a estar en nuestra forma humana y
observábamos el entierro desde lejos. Solo de recordar la locura en la que nos
habíamos metido se me ponían los pelos de punta.
—¿Terminamos la entrevista? —pregunté.
—Vale.
Empezamos nuestro paseo por el camposanto.
—¿Vives de
la docencia? Si no es el caso, ¿de qué vives?
—Soy profesora de narrativa en Factoría de Autores
y es el trabajo de mis sueños.
—¿Qué me puedes contar de Factoría de autores y de tu
papel allí? ¿Cuánto tiempo lleva en activo?
—Fundé Factoría
de Autores hace cinco años, desde entonces compagino mi actividad como docente,
impartiendo clases de narrativa online, con la escritura. La idea surgió
después de participar en el Máster de Creación Literaria de la Universidad de
Sevilla, donde me di cuenta de que no había espacio para el tipo de narrativa
que a mí me gustaba. Fue entonces cuando decidí aprender tanto como me fuera
posible y transmitírselo a mis alumnos.
—¿Qué hay que hacer para trabajar o publicar
con Factoría de autores?
—Para trabajar ser escritor con alguna obra
publicada y enviar un buen proyecto para un curso de narrativa; para publicar
ser alumno. Las publicaciones son exclusivas para ellos, queremos ayudarlos a
realizarse como autores y a dar sus primeros pasos en el mundo editorial.
—¿Qué es lo
que más amas y lo que más odias del trabajo como docente?
—Me encantan mis alumnos, son gente maravillosa,
que se apuntan a un bombardeo, preguntones y con muchas ganas de mejorar.
Muchos de ellos acaban convirtiéndose en amigos personales. Y cuando alguno
logra publicar me alegro muchísimo. Pero lo que menos me gusta es lidiar con la
parte informática. Soy bastante negada, las redes sociales son importantes para
una empresa, pero se comen mucho tiempo y a veces dan muchos dolores de cabeza.
—Y ahora: mayor
satisfacción como escritor.
—Cuando mando el manuscrito acabado a mi agente,
ese momento de «clausura» es de satisfacción y alivio. Siempre prometo que me
voy a dar un descanso entre un manuscrito y otro, pero nunca lo cumplo. También
me encanta hablar con los lectores.
—Mayor
satisfacción como docente.
—Tratar con mis alumnos y ver que lo que les
enseño les resulta útil. Que disfrutan las clases y se animan a escribir.
—¿Qué te
motiva a seguir? ¿Trabajas de alguna forma esa motivación para mantenerla o
nunca se agota? ¿Qué personas te empujan a seguir?
—A dar clase me motivan mis alumnos y lo bien que
lo pasamos en clase. Hacen que merezca mucho la pena seguir. A escribir mis
compañeros de armas: David B. Gil, Juan Cuadra, Aranzazu Serrano, Antonio
Torrubia y mi agente, Txell Torrent. Solemos hablar mucho entre nosotros, son
un apoyo importante. También tengo a mi pareja Jordi Noguera, que trabaja
conmigo en Factoría de Autores y me anima a escribir, además de ser un lector
cero muy exigente.
—Y, para terminar, ¿qué es Bibliofórum?
—Es una asociación literaria que llevo junto a mi
amigo Antonio Vileya, damos charlas y conferencias literarias intentando que
sean divertidas y que se hable de todos los géneros literarios sin discriminar
ninguno.
—¿Y qué me
puedes decir de los próximos proyectos de Concha Perea, fuera de la segunda
parte de La Corte de los espejos?
—Estoy
trabajando en un proyecto con el dibujante Javier Fernández Carrera «Pinturero»
que espero que logre salir a la luz, porque él es un gran artista y tenía
muchas ganas de trabajar con él. También estoy acabando un relato para la
revista de Cristina Jurado: SuperSonic;
esto a corto plazo.
Nos paramos en el umbral de la puerta del
cementerio y nos quedamos el uno frente al otro.
—Vale. Pregunta extra —dije—: cuéntame un poco tu experiencia personal con las bibliotecas.
—Porque tu blog es una biblioteca, ¿no? —Rio.
—Exactamente.
—Mira, he visto de todo, pero la mayoría se
esfuerzan muchísimo y hacen un gran trabajo con muy pocos medios.
Entonces nos dimos un abrazo afectuoso. Me lo había pasado
muy bien con ella dentro de El misterio
de la Caja Bethel.
—¿Unas
últimas palabras? —dije.
—Ha sido divertido.
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Concha vestida de gala |
¡Y hasta aquí la entrevista!
Espero que os haya gustado y también espero vuestros comentarios (¡Concha los espera más!).
La próxima entrevista será a Víctor Blanco, autor de la serie Tiempo de matar, que ya comentamos hace unos meses en Biblioteca-T.
Me encantó! Me lo he pasado como un crío leyendo! Y qué maja parece Concha, me han entrado ganas de ir a tomarme una cerveza con ella.
ResponderEliminarNo sabes lo feliz que me haces, me alegro un montón. Y Concha es genial, como puedes comprobar. Espero que te hayamos convencido para leer su serie ;)
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